Si puedes aún permanecer aquí, durante mi vida en este mundo, se oscurezca. No te olvides de las campanillas del bosque, que abren sus corolas de madrugada. De los trineos antiguos en la Noche de Reyes, visitando las cunas y las camas pequeñas. Tampoco te olvides del primer canto del pájaro encendido de luces amanecidas, que cruza el cielo ostentando colores y moviliza sus músculos, mientras prende la primera llama Si permaneces cerca, aún sin temor ante la sangre quieta; adorna los arroyos con danza cantarina de la vida y cierra mis párpados con lentejuelas de hadas alborozadas, con su varita mágica de la suerte. Si estás allí, no intentes despertarme. Porque seguramente volaré con mi mejor sueño en el cual no faltará tu presencia querida. Mientras nubes polvorientas se van al viento Y la brisa arrastra semillas y otras hojas hermanas Y el mundo sigue con su rumbo, Y tal vez lo pueda seguir contemplando, pero siendo ya libre... Graciela María Casartelli Córdoba, Argentina, Septiembre 2012 |