Estoy contigo…
Callarás cuando esté exaltada,
y preferirás una sonrisa, ante un exabrupto de mi parte.
Me darás tu brazo en un piso escarpado,
y te preocuparás, cuando mi mano suba hasta la frente.
Apresurarás el pañuelo,
cuando aparezca una lágrima escondida.
Compartirás ese comentario ingenuo,
como dos adolescentes.
Reiteraré palabras que pesan en el alma;
las oirás,… y con tu expresión,… lo dirás todo.
Cruzaremos miradas altivas, ante la decisión encontrada;
pero pronto, palabras comprensivas, inundarán la charla.
Tapándote la cara, me dirás algo picaresco,
que estallará en risas, desde mi boca.
Siembras con flores el camino que recorro,
y con advertencias, las sombras de los árboles.
¡Qué sería de mi tonta vida, si no estuvieras!
Un discurso solitario, que no iría a ningún lado.
Tu visita llega en el momento más necesario;
esas masitas con el té de la tarde,
van más al alma, que al cuerpo…
Cuando con las copas brindamos: ¡Por nosotros!,
estalla la vida, sin perdonarnos nada…
El día que no estés, porque hayas buscado otros caminos,
Pero, otros como tú, en la misma tonalidad,
vendrán, para recordarme tu perfume.
Me dirán que continuemos esta senda de eternidad…
¡Cuántos se unieron en gestas fáciles y difíciles!
Pero nosotros, estamos en todas…
Recuérdame amigo, amiga…
porque hoy, estoy contigo…
Graciela María Casartelli.
Córdoba, Argentina, sin fecha. Créditos Arte e Formatação Ana Maria Kilesse |