Vestida con harapos, desechos de ricos, llena de animalitos en mi cabeza, descalza, jugando con la tierra, era feliz, pues apenas notaba si aquello era pobreza. Era correntona, miraba hacia arriba, allí entre tules, las nubes me invitan, en coches de gala, viajaba, viajaba. ¡qué lejos yo iba! pero luego, volvía, no había diferencia, para mí, era nada. Un día en una roca, me quedé dormida, mi barco se fue a la deriva, las olas me cantaban, en su cresta me mecían, con mi cara sonreída, me volví a la roca, del mar extenuada. No quise ser rica ni pobre de penas, quise ser mujer que apuesta su fuerza, no aprendí a querer, con un beso, ni un te amo, no aprendí a ser sumisa ante la fusta del amo. no pedí perdón, ni bajé mi cabeza, miré frente a frente, y estreché mil manos. Los niños no sufren porque sean tan pobres, ni les precupan los lazos y trenzas, es la gente grande que cubre apariencias, ¿será por su culpa, la que cargan a cuestas? ¿o es el orgullo que les corroe, como las termitas en casuchas viejas? Carmen Flores Poeta de la ternura Cabo Rojo - Puerto Rico - Oct. 2010 www.angelfire.com/poetry/carmenflores
|