Oda a la vejez


Tibios soles que cada día,
abren girasoles, rosas y jazmines,
con una sonrisa y matices,
de amor, en el alma viva,
que aún sueños que transitan
por caminos que siguen vírgenes,
no arriban el tranvía.

Como van las olas a reconquistar
y regresan repletas de orgías
que disfrutan, arena y mar.
Como las hojas caen en suelos,
que torrentes llevan luego,
a morir sin apagar,
ni una llama de aquel fuego,
que una vez quiso estallar.

Es lo que muestro en un poema,
es lo que te traigo en bandeja,
a un ser, un ser que siente,
aún los embates de fuertes,
sacudiones que dejan
las huellas del puñal que hiere.

No un cuerpo hecho hilachas,
que va cayendo sobre su propia carne,
ya casi sin huesos que lo sostengan,
no un cuerpo que se derrumba,
y por una cascada de amarguras
se desliza su belleza,
que frente al espejo se recrea,
un espectro que avanza hacia su tumba.

Es un alma, que aún sueña,
que adheridos a su piel quedan besos,
que roces y temblores, los recuerda,
que se niega a enterrar vivos, esos sueños,
no hay por qué mirar su cuerpo,
mirad sólo sus letras,
que componen unos versos,
no son poemas muertos,
son pedazos de piel que aún quedan frescas.

La vejez no muere hasta el último suspiro,
aún sus ojos casi ciegos tienen vida,
lluvias de amor su cuerpo transpira,
olvidemos de aquellos mitos
que viejos en sus ritos,
sólo aclaman por aquellas liras,
con funestas melodías,
¡no!... su corazón dice a gritos,
¡que palpita, que vive, que vibra!

Carmen Flores
Puerto Rico - Agosto/2010



Fondo Musical: Dream

 

 
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