Esa mujer con lágrimas de cristal que brillan a lo lejos con el sol, a esa mujer, fue la que Dios, estampó el sello maternal. Esa mujer que a la luna enojó, por envidia, por celos y por rabia, porque en belleza esa mujer irradia, más luz que mil estrellas en fulgor. A esa mujer el amor la derribó, sufriendo de muerte las heridas, en el suelo pide perdón de rodillas, para el hombre, que vilmente la burló. En su vientre vidas nuevas ocultó, tragándose sus gritos los parió, como fiera sus pisadas fue siguiendo, siempre alerta esperando la ocasión. A esa mujer, la ignoraron los vivientes, los que arrancaron el último suspiro, esos que se llamaron hijos y que no precisan de aquel amor, que fue vehemente. Sola y triste mirando al vacío, recordando momentos de ternura, esa mujer pide muerte con premura, pues sus lágrimas para el cielo son rocío. Los ángeles la esperan con un cetro, una corona de las flores más hermosas, porque en su corazón timbrado el sello, lleva de mujer, madre y esposa. Carmen Flores Puerto Rico - feb/2007 www.angelfire.com/poetry/carmenflores
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