Fue una sorpresa, muy agradable apareciste de pronto y me hablaste en un tono diferente te acercaste a mi y me miraste profundamente buscabas algo y a pesar de mi mirada impenetrable lograste traspasar el umbral y llegar donde querías. Yo me quede atónito con tus palabras y te preguntaba como lo habías descubierto, si era un secreto bien guardado, para mis adentros me decía, tendrá un don divino, finalmente me dijiste olvídalo y pasaste a un estado de mutismo. yo te miraba a los ojos y sentía una atracción poco común en mi. Te tomé de la mano y comenzamos a caminar, tú me guiabas estábamos al aire libre y sentía una humedad a mi alrededor miraba una montaña, su vegetación y verdor sentí un sudor cálido en tu mano, me detuve y frente a frente como un reto en espera de respuesta, te besé en tus húmedos labios. Sentí tu estremecimiento y respondiendo mi reto, me besaste, en mi pecho expuesto a la naturaleza, ya que mi camisa estaba abierta sentí la agitación de mi corazón y mire tu blusa de seda donde se marcaban aquellos senos erectos y sin pensar mucho, la desabotoné quedando ante mi al descubierto lo que yo, ya imaginaba. Mi excitación se incrementaba, no hablábamos, tus ojos me pedían que hiciera lo que yo quisiera, cuando besé todo tus pechos, una serie de gemidos me enloquecieron y continué hasta dejarte desnuda, tu cuerpo y el mío se fundió en un ligero abrazo sentía pequeños estremecimientos, que junto a los tuyos me daban placer. Lentamente y besándonos nos dejamos caer sobre la vegetación acostados allí y mirando el inmenso cielo me pediste... hazme tuya, no tenías que pedirlo pues mi frenesí y nuestro intenso calor me condujo a llegar a tu interior para sentir la delicia de tu presión y con movimientos agitados, te dije te amo y respondiste... yo también te amo. Rudy González Mayo 20 del Año 2006
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