La luna bañaba el estanque
iluminando peces de colores,
resplandecían al toque milagroso,
por la luz que el cielo regalaba.

A mi corazón no rozaban,
los brillos plateados de la noche celeste,
triste lloraba en el otoño mudo
como sufre el árbol, sin las hojas que lo viste.

Y sin esperar primaveras
callaba sus penas...
en inviernos de mármol,
con la emoción perfumada,
de un inolvidable recuerdo.

La luz del sol trae calor amargo
emociona y hace escapar el llanto salino
destrozando el alma
que solo da más peso al dolor
incrustado en la piel, que no descansa.

Y las alas mojadas de brisa salada
no se despliegan, no pueden elevarse en un vuelo
y pegada a la tierra que ya no desea, ni quiere,
se abraza en gemido tan duro y herido...
mientras sube la angustia entre las nubes
hasta llegar al final del cielo, otrora perdido.

El frío permanente
irrumpió en la guarida
de los sueños profundos y tibios
congelando hasta el dolor más intenso
de este amor, que en el hielo se quema
y agoniza en espera adormecido
sabiendo que no morirá
aunque trate de salvarlo el olvido!

Matty Canales
Santiago - Chile