Llueve y la
soledad mi pecho oprime
llora el cielo y con negros truenos, gime.
Le temo a las sonoras tormentas,
hay relámpagos y rayos en el cielo.
Y me asusta tanto la impotencia,
ésta lluvia gruesa, sin clemencia,
mojando a ricos, a humildes obreros...
y a los perros viejos... callejeros.
Les preocupan los
bienes materiales,
y trabajan como bestias, animales...
Si al fin de cuentas... basta un temblor,
o una rebelde y crecida tormenta,
para deshacer en un segundo,
lo que has logrado es éste mundo.
Huracanes, hielos , terremotos...
qué pequeños somos... cuan indefensos!
La fuerza de la
naturaleza,
azota con más y más fiereza,
sin piedad, sin nada de verguenza.
Tal vez sea, para recordarnos,
que solo somos débiles humanos,
que nada realmente seríamos...
si Dios nos soltara de su mano!
Matty Canales
Santiago - Chile
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