Disfrazada ella de primavera esperaba el dorado otoño. El la conquistó con cada hoja que a sus manos le enviaba.
Olía a Abril y ella a Septiembre cómplice fue el viento que le llevó aromas de rosas y jazmines Y el, que cargaba lluvias frías,
del cercano invierno supo que había encontrado aquel día un jardín que moría de sed y soledad.
Era un enigma que la apasionaba en un segundo, sol intenso quemante, cambiante como el día y la noche...
oscureciendo al astro rey con nubes plomizas, cargadas de agua.
Y llovia, sin cesar, sin piedad interminables horas, pero entonces ella, la solitaria flor abría sus pétalos
para recibir el manantial de vida, en caricias jamás recibidas antes.
Besos de colores, de sol, lluvia y calor no sintieron la llegada del invierno ni vieron cuando asomaba el verano...
Era el final del camino, se acababa el tiempo y sin mirarse por última vez... retomaron sus caminos tan distantes sabiendo que ya nunca... nunca...
volverían a encontrarse.
Matty Canales
Chile
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