Estaba merendando en una cafetería de la vida:
hamburguesa con salsa de tristeza,
patatas fritas aceitosas de ansiedad,
ketchup sabor picante de insatisfacción,
mayonesa disimulando los sueños perdidos.
Aún había hambre para rellenar el vacío.
Dificultad de tratar con la baja auto estima.
¡Decidió ir al restaurante más cercano!
Trajeron el plato principal:
macarrones regados con inseguridad,
tortita de resentimientos cocidos.
¡Camarero!
¡Una lasaña rellena con el miedo de vivir!
Un zumo de maracuyá,
¡para calmar su malestar interior!
¡Difícil de separar el lado fisiológico del psicológico!
La báscula apuntó críticamente:
¡99 kg de decisiones tomadas equivocadamente!
El endocrinólogo le recetó una dosis de sentido común:
De hora en hora pensar en Dios,
diariamente amarse a si mismo
y practicar el arte de sonreír.
Rosimeire Leal da Motta
Vila Velha - ES - Brasil
|