Silencio gélido al amanecer.
Mil cuerpos encontrados por día.
Escombros.
Muertos y desaparecidos.
El velo del exterminio cubrió aquellas ciudades.
Olas de ejércitos marcharon a 700 km/h,
gigantes de 30 a 40 metros.
Invadieron violentamente playas y alrededores.
No hubo tiempo de huir hacia áreas elevadas.
Tragedia.
Torbellino de emociones.
La fuerza de la naturaleza es invencible.
Miedo, inseguridad, terror...
Sentimiento de impotencia por el sufrimiento,
profundos dolores colectivos.
La ausencia de ruidos era petrificante.
Restó el conjunto de las obras arquitectónicas,
ejecutadas por la furia del viento y del agua.
De manera cruel se quedaron expuestos pedazos de gente,
maderas, árboles, basura, lodo...
¡Se fueron abajo los sueños de una existencia!
Muerte y destrucción ilustraban el paisaje.
Y el Tsunami se desintegró.
El trágico show se encerró,
pero la platea que llegó al final del espectáculo,
se quedó paralizada sin aplaudir.
Rosimeire Leal da Motta
Vila Velha - ES - Brasil
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